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Cochabamba, Bolivia, 18 al 22 de julio 2011
Según estadísticas del Gobierno Boliviano, el Norte de Potosí tiene los índices de desnutrición más altos del país e incluso en América Latina. Por las investigaciones realizadas por Vecinos Mundiales, la causa principal de la desnutrición en esta región, son las prácticas de alimentación de infantes en sus primeros años de vida. Para afrontar esto se hizo una intervención con el apoyo de Andrew Jones, de la Universidad de Cornell donde se descubrieron barreras que impiden alimentar bien al niño y a toda la familia. Estas barreras son: diversidad de cultivos en la dieta, el tiempo de la madre para cocinar una comida nutritiva, la imagen de la madre en su capacidad de alimentar bien a su hijo/a y el apoyo de la familia. De junio de 2010 a junio 2011, enfocamos nuestro interés en apoyar a que las familias con las que trabajemos mejoren su alimentación, a través de encuentros para cocinar juntos, acompañamiento a las familias en sus actividades cotidianas, mejoramiento de frutales, y apoyo a iniciativas locales. Usando Investigación Acción Participativa (IAP), el video comunitario y la visualización hemos apoyado a superar estas barreras, llegando al corazón de la gente y desde allí descubrir con ellos la importancia que tiene su alimentación y qué implica esto en su vida diaria. Los encuentros con las familias se dieron en un promedio de dos días al mes. Encontramos que las familias tienen alimentos suficientes durante el año y mucho conocimiento sobre una comida sana. Estamos logrando que revaloricen este conocimiento y la diversidad de sus cultivos y nuevamente lo introduzcan en su dieta diaria, haciendo comidas que contengan trigo, cebada, quinua, centeno, maíz, haba, arveja, tarwi, papa y otros; desplazando al arroz y fideo que había sido preferido por los padres hasta ahora.
Durante las últimas décadas, una revolución de “alimentos modernos” –caracterizada por procesamiento de productos agroalimentarios, grandes supermercados y cadenas de comida rápida—se ha esparcido por el Ecuador. Esto ha hecho cada vez más difícil para las poblaciones urbanas, en particular los pobres, el acceder a alimentos saludables y de bajo costo, y para los pequeños agricultores el recibir precios justos por sus productos. A contracorriente ha surgido la propuesta de mercados alternativos, solidarios y recíprocos. Este estudio se enfoca en aprender cómo agricultores y consumidores participan en Canastas Comunitarias, cómo afecta esa participación la sustentabilidad económica, social y ecológica, la construcción de capacidades y el fomento de la innovación de las familias participantes. La investigación usó métodos cualitativos y cuantitativos, incluyendo etnografías, observación participante, entrevistas no estructuradas y semi-estructuradas en hogares de los productores y miembros de las canastas, visitas entre productores y consumidores en el campo y la canasta, y encuesta a productores. Para el grueso de los participantes urbanos la ventajas económicas priman sobre cualquier elemento de calidad o salud del producto. El reclamo de apoyo a la propuesta agro-ecológica es aún un discurso de los liderazgos, tanto entre consumidores como entre los agricultores. Es persistente la asimetría en la negociación de productos, cantidades y precios entre agricultores y miembros de la canasta. La confianza generada en la relación directa consumidor – productor no es suficiente, y evidencia las contradicciones en el discurso.
Se presentan los resultados de dos años de investigación específica en indicadores climáticos locales combinados con el rescate de técnicas de lucha contra eventos extremos en tres zonas de los Andes Bolivianos. Adicionalmente se ha evaluado la importancia de estos indicadores sobre la planificación de una cosecha exitosa en el mejor de los casos o estable en el peor. Las zonas seleccionadas representan una amplia variabilidad ecosistémica y poblacional que es típica de los Andes Bolivianos. Los resultados muestran la extrema variabilidad dentro y entre zonas, relacionadas al ecosistema en sí mismo, la variabilidad climática y el desarrollo poblacional de cada zona entrelazada con una fuerte influencia del mercado hacia las comunidades estudiadas, lo que reduce su potencial de extrapolación directa. Se percibe que el contar con medios de producción disminuye la motivación por el uso de indicadores locales, aunque el éxito de la producción no está claramente relacionado con estos medios, pues muchas estrategias de planificación de la producción y de lucha contra eventos extremos en base al uso de indicadores locales han demostrado su viabilidad y practicidad, en especial para la seguridad alimentaria en comunidades de bajos recursos. También se ha demostrado el alto interés que tienen los agricultores para recuperar este conocimiento en las zonas que se ha perdido, pero que éste interés está inversamente relacionado con el acceso a los medios de producción agrícola.